Este bello y legendario puerto que hace casi cinco siglos
fuera sitio predilecto de piratas, tiene todo lo que usted podría desear para
pasar las mejores vacaciones: un clima perfecto durante todo el año; bellos
paisajes en los que compiten por la atención las dos bahías, las lagunas, las
verdes montañas y la incomparable puesta del sol; y casi 10 km de playas de
aguas cálidas en las que se puede practicar cualquier deporte acuático.
La Bahía de Acapulco se localiza en la costa del Océano Pacífico, en el estado
mexicano de Guerrero, goza de una temperatura promedio de 28° y 360 días de sol
al año. Tiene además una de las mejores infraestructuras hoteleras del mundo;
restaurantes y parques de diversiones; tiendas y boutiques; sitios para una
inagotable vida nocturna y la más desarrollada tecnología para celebrar todo
tipo de eventos.
Para que se sienta aún mejor que en casa, en Acapulco hay decenas de hoteles
entre los que puede elegir el que más se ajuste a sus gustos y necesidades.
Sobre la costera Miguel Alemán y a orillas del mar predominan los grandes
edificios que ofrecen, además de un acceso inmediato a la playa, una vista
panorámica de la bahía.
Las villas, también muy comunes en el desarrollo turístico, están planeadas
para que sus huéspedes gocen de la exuberante vegetación del lugar y de un poco
más de aislamiento y privacidad. Hay además hoteles y suites para quienes
prefieren alojarse cerca del centro de la ciudad, o lujosas instalaciones en el
nuevo desarrollo de Punta Diamante que, aunque un poco alejadas del corazón de
Acapulco, se distinguen por la exclusividad de sus servicios.
A pesar de que se antoja un sitio ideal para descansar y pasar las horas
tomando el sol sobre la arena, en la bahía los días están llenos de actividad.
Para pasar la mañana puede escoger entre numerosas opciones: nadar en alguna de
las playas más populares, broncearse mientras practica el ski acuático o el jet
ski, salir de pesca, o disfrutar de una vista panorámica desde uno de los ya
tradicionales paracaídas.
Para quien prefiera las actividades en tierra firme, la ciudad cuenta con cinco
excelentes campos de golf y con más de 50 canchas de tenis. Bien vale la pena
organizar una excursión a los alrededores: Barra Vieja, la Laguna de Cayuca y
Píe de la Cuesta, famoso por sus atardeceres.
Pero no cabe duda: la magia de Acapulco comienza por sus playas ideales para
los deportes acuáticos: ski, windsurf, jet ski, velerismo y el popular
paracaídas. De este a oeste, haga un recorrido por la bahía y sus alrededores.
Una pequeña playa de suaves olas y fina arena es Caleta, la más popular entre
los acapulqueños. Cerca de los embarcaderos hay una playa ideal para pasar la
tarde, Hornos, extensa franja de arena blanca y aguas tranquilas. Por su
popularidad entre los turistas, Condesa es la mejor.
Otra playa de oleaje moderado es Icacos, junto a la Base Naval. Para quien
busque mar abierto y fuerte oleaje donde practicar surf está Revolcadero. Ya
sean de tranquilo o fuerte oleaje, muy visitadas o prácticamente escondidas,
Acapulco comienza por sus playas.
Si el día está siempre lleno de actividad, por las noches Acapulco no tiene
descanso. La vida nocturna comienza siempre cerca de la medía noche, cuando las
calles principales de la ciudad, iluminadas desde horas antes por las
marquesinas, comienzan a llenarse de gente decidida a divertirse. Los sonidos
de la noche se mezclan con los diferentes tipos de música que se escapan por
las puertas de los bares y de los restaurantes.
De acuerdo a sus preferencias, puede buscar un bar con música en vivo de corte
romántico, asistir a un show de renombre internacional o entrar en el vértigo
de los rayos láser, las luces de colores y la gente que baila sin parar de las
modernas discotecas. Típicas en Acapulco son las Fiestas Mexicanas, con
antojitos regionales y música de mariachi.
Acapulco tiene muchos atractivos, que encierran la historia, la cultura y las
tradiciones del puerto. Uno de ellos es el Fuerte de San Diego, construido en
1616 para defender a la ciudad de los ataques piratas. Hoy alberga un museo
histórico.
La Catedral, dedicada a Nuestra Señora de la Soledad, tiene un domo al estilo
de las mezquitas y torres bizantinas. La enorme cruz que se observa desde
varios puntos del puerto corresponde a la moderna capilla Ecuménica de la Paz,
iglesia situada en el fraccionamiento Las Brisas.
Para concluir el día, no hay nada corno ver a los clavadistas de La Quebrada.
Se trata de un escenario natural formado por acantilados de 40 m de altura,
desde donde se lanzan expertos clavadistas para caer en un brazo de mar de poca
profundidad.
Autor: Ron L. Gonzalo |